miserias humanas

el ser y los cambios

Paris elige entre las ofertas que le plantean las tres diosas.
Quizá se pregunte de qué se cansaría primero.

Leyendo a Zygmunt Bauman estos días de atrás, me topé de bruces con esta cita brutal de Joseph Brosdsky, que hace pensar en la futilidad de la mayoría de las cosas, tanto materiales como simbólicas, que nos rodean, así como en los hábitos consumistas que adquirimos en nuestra relación con los mercados (de productos/servicios y de de trabajo, primordialmente) y que acabamos aplicando, con desastrosos resultados, a nuestras vidas. Se trata, de fondo, de una reflexión sobre la libertad de elección que asumimos como un principio vital y que, en realidad, vivimos de una forma descafeinada… porque elegimos, sí, pero entre las opciones ya nos son dadas, y siempre sobre cosas que conllevan un intercambio de bienes. Sobre todo, una libertad de elección en la que no se es libre de elegir estar “fuera”, y que nos conduce a velocidades trepidantes por nuestras propias vidas. Cada elección nueva debe ser tomada rápidamente para no “desaprovechar el momento” y supone el descarte de lo anterior, y la práctica de esta dinámica de rápida satisfacción de necesidades que se suceden una detrás de otra y que jamás se colman completamente, nos produce una insana adicción al cambio y nos abandona a la intemperie del asco y el aburrimiento, su contrapartida. Cierto cansacio, en resumen, que posiblemente sólo es cansancio de uno mismo.

«Uno se aburrirá de su trabajo, de su esposa, de sus amantes, de la vista desde su ventana, de los muebles o la decoración de su casa, de sus pensamientos, de uno mismo. Uno intentará en consecuencia encontrar vías de escape. Además de los artilugios de autogratificación antes mencionados, uno también puede probar cambiar de trabajo, de residencia, de empresa, de país, de clima, puede darse al alcohol, a la promiscuidad, a los viajes, las clases de cocina, las drogas, el psicanálisis (…) De hecho, uno puede hacer todas esas coas, y tal vez el asunto funcione durante un tiempo. Hasta ese día, claro, en que uno se despierte en su habitación rodeado de una nueva familia y de una decoración diferente, en otra región y otro clima, en medio de una montaña de cuentas del agente de viajes y del psicoanalista, pero con la misma vieja y conocida sensación al mirar la luz del día que se cuela por la ventana.»

Y es que muchas veces, el fallo no está en lo/los demás.

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6 comentarios en “el ser y los cambios

  1. ¡Bufff! El ser y el cambio. ¡Qué tema más turbio! Supongo que cada elección te cambia y te hace ser lo que eres así que en gran medida, somos lo que hacemos. Pero también, somos lo que proyectamos y, ¡mierda!, lo que dejamos de hacer, que se queda como un hueco que no se llena.
    En cuanto a la mecánica del intercambio, que tan poco margen deja muchas veces al proyecto, es el lugar al que nos han soltado y ahí vamos navegando. Pero me parece una suerte poder aburrirse, porque en ese momento de desidia se da uno cuenta de la mecánica y puede tomar impulso para separarse un poquito de ella.

  2. «Ahora tengo la impresión
    de que mi vida ha sido una serie de pequeños fracasos…
    las mujeres que no supe amar…
    las oportunidades que no supe atrapar…
    los instantes de felicidad que deje pasar…
    sabia el resultado de la carrera.. pero..era incapaz de apostar por el ganador
    estaba ciego o sordo..
    o era necesaria la luz de la desgracia para enseñarme mi auténtica naturaleza»

    (http://desdichasyataraxia.blogspot.com/2008/08/la-escafandra-y-la-mariposa.html)

  3. Alberto Rizzo dijo:

    Quedándome con la cita inicial, Paris pudo elegir entre la gloria del poder, la habilidad, y de que una mujer le amara. Si nos quedamos en lo méramente anecdótico, diría que eligió lo que ningún genio de la lámpara puede hacer, que estés al 100% seguro que tu pareja te quiere por encima de todas las cosas.

    Pero más allá de lo puramente anecdótico y, quizás por el día tan gris que está haciendo por mi ventana, diré que lo que me parece, es que Paris eligió bien, pues eligió lo que le pareció que en un principio a menos se exponía, es decir, a estar sólo. Pues todos sabemos que el mayor sabio, así como el más poderoso de los tiranos son hombres que pueden sentir con mayor asiduidad el abismo de la soledad, quizás en el futuro recordados, serán nombres vacíos con copyright.

    Finalmente eligió a Elena, no sabía en la que se estaba metiendo…

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