artes varias, miserias humanas

no somos nadie

Los idiotas prefieren la montaña
y en mi interior yo tengo una playa
donde fabrico mis recuerdos perfectos.

Llevo varios días diciéndome a mí misma que tengo que escribir algo, aproximadamente desde el pasado miércoles, mi cumpleaños. Pero no son unas líneas sobre mi aniversario personal lo que me pide el cuerpo, mientras tecleo relajada y estival desde mi retiro en el pueblo, sino unas palabras apropiadas para arropar el nombre del artista que nos abandonó justo cuando yo cumplía los 27 años.

Sergio Algora nació, creció, tuvo amigos, grabó discos, publicó libros y se murió un 9 de julio antes de cumplir los 40. Fin del curriculum mortis que se ha podido leer estos últimos días en todas partes (en todas las partes en las que se ha hablado de él, para ser más exactos). A partir de este punto empieza el tío que me dejó sus palabras en canciones y poemas… a mí y a muchos otros, al mundo entero, no vayan ustedes a pensarse que todo esto que estoy escribiendo hoy proviene de alguna simpática anécdota de artisteo social, que afortunadamente no es el caso.

Las canciones, los poemas… Universos de imágenes originales, mentes puestas al sol, llamadas perdidas desde el secuestro de la conciencia, mujeres portuguesas de felino bozo… Y la sempiterna sonrisa que alegraba las mañanas de los compañeros en la sección de discos. El hambre de vida de quien que no quiso perderse nada de lo que se le ofrecía y que aún llegaba, a base de talento y ganas, a alcanzar más aún. Más. Y la voz desafinada se convierte en peculiaridad, una seña más de autor para un artista integral con pantalones de campana que siempre se atrevía a dar el salto. Ese salto. Y luego otro más. Más. Dar más. Recibir más. Hasta construir una vida plena que llevarse con uno donde quiera que uno vaya cuando se apaga la luz.

En fin, Sergio. Pásatelo bien donde quiera que estés, sigue con ese oído musical que siempre apreció lo bueno de los demás y ya de paso ve montando un bar pop, para que los raros tengamos dónde encontrarnos después de muertos.

(Siento mucho no haber encontrado el videoclip original rodado en el mercado de Zaragoza)

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