Lloras o te endureces. Y si te endureces, devienes peor persona. Este es el precio de aguantar sobre la cuerda floja.
Luego están, alrededor, esas personas que lejos de alegrarse al ver en otros lo que ellas no tienen, lo dinamitan todo tratando de que los demás pierdan lo que ellas jamás alcanzarán siendo de esa forma.
Ufff. Limpieza.
Y poco a poco, te vas desconociendo a ti mismo respecto del que eras. Tal vez vayas ganando en ligereza.
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